Elige las armonías perfectas
Antiguamente, cuando la calidad del vino no era la idónea, los bodegueros ofrecían un trozo de queso a sus clientes con el objetivo de disfrazar los defectos. De ahí proviene la expresión “que no te la den con queso”. Afortunadamente, hemos ido educando nuestros paladares y en vez de usar quesos para difuminar determinados sabores menos agradables, hemos aprendido a combinar aquellos que los potencian y ensalzan.
La complejidad reside en la gran cantidad de tipos de quesos que encontramos en el mercado. Hay tantos quesos como estrellas. Para iniciarnos en el mundo de las armonías, trataremos de elegir algunos de los más comunes y que podremos encontrar sin dificultad en prácticamente cualquier sitio.
Un queso para cada vino. ¿O es al revés?
Siguiendo estas premisas, concederemos a los quesos semicurados que tienen cierta intensidad como el Idiazabal, la posibilidad de bailar junto a un vino blanco que haya pasado por barrica. Como el Lore de Ostatu, que descargará sus aromas de frutas y flores blancas desde el primer sorbo tras haber degustado el queso.
Si somos más de manchegos, nos decantaremos por un tinto crianza con cuerpo. Quesos con curación de entre 6 y 9 meses. Su sabor pronunciado nos dejan notas de frutos secos que ensalzarán la buena expresión frutal a cerezas, ciruelas y fruta negra en sazón de Gloria.
Quienes disfrutan con quesos suaves de pasta blanda como el Brie o el Camembert, encontrarán en los vinos rosados su gran aliado. Tiene un equilibrio perfecto de uva tempranillo, garnacha y viura. En boca resulta fresco y ligero, acompañando de manera redonda a quesos de sabores igualmente livianos. Ostatu Rose 2019 ha sido galardonado además con el premio al mejor Rosé en la primera edición de vinos de influencia Atlántica.
Para los paladares más atrevidos y entrenados que ven en los quesos azules tipo Cabrales o Roquefort su particular ambrosía, recomendamos un tinto reserva equiparable al intenso de este tipo de quesos. Carnoso y con toques balsámicos con algunos apuntes espaciados dulces, Ostatu Reserva 2014 se convierte en la elección perfecta.
Y si nos preguntamos qué hora es la mejor para darnos un capricho de vino y queso….hay quienes prefieren como aperitivo, otros esperan la hora del postre y nosotros…. Nosotros somos más de quitarnos el reloj y dejarnos llevar. Porque ¿acaso hay alguna hora mala para servirse un vino y acompañarlo de un buen trozo de queso?