Alimentación, gastronomía, restauración… podrían ser las categorías más primarias y básicas en las que catalogaríamos el vino. Sin embargo, a nada que cualquiera se adentre mínimamente en este maravilloso campo descubrirá todo lo que este producto engloba. Historia, vanguardia, tradición, sabor, innovación, cultura… todo eso es lo que se puede relacionar con una copa, con la uva, con una bodega, con una vid o con los viñedos. Precisamente, lo que nosotros representamos. Te invitamos a descubrir Ostatu en todos los sentidos a través de este artículo en lo que pretendemos que sea un viaje multisensorial que va más allá de los cinco sentidos más puramente humanos.

Bodegas Ostatu como experiencia multisensorial

No lo decimos nosotros. Lo dice la extensa historia que tiene detrás. El vino, desde hace siglos, es mucho más que una bebida. Y, por supuesto, es mucho más que un acompañamiento para comidas, cenas o aperitivos. Desde reyes, nobles, políticos hasta el pueblo llano hemos querido disfrutarlo, lo cual ha hecho que se cree un legado a su alrededor. Citas, libros y manuscritos dan fe de ello, así como la existencia de bodegas con décadas de antigüedad.

En definitiva, lo que queremos afirmar con estas líneas es que siempre se ha entendido el vino como algo que va más allá de un alimento, que está lleno de experiencias. Desde luego en Ostatu así lo creemos. Depósitos, tinas y barricas, viñedos y vendimias, cepas y variedades de uva son ámbitos en los que todos nuestros sentidos tienen un gran papel. ¿Descubrimos cómo?

El gusto y el olfato, sentidos principales

Es innegable que el gusto y el olfato son los sentidos principales en la relación entre el ser humano y el vino. El olfato es esencial. El sentido necesario para apreciar y describir un vino desde el inicio, puesto que el olor aporta una inmensa cantidad de información.

El aroma del vino varía enormemente en función de diversos aspectos: la variedad de uva, el tipo de elaboración, el uso de barricas para su crianza y la madera elegida… Por todo ello, en una cata es fundamental:

  1. Oler el vino tanto antes de mover la copa en la que está servido como después. Con el movimiento lo que hay que buscar es que el líquido gire en la copa, de tal manera que los aromas del mismo afloren. En ambos momentos, nos encontraremos en lo que se conocer como fase olfativa nasal.
  2. Al tragar el vino se pasa a la segunda fase olfativa: la retronasal. En ella los aromas que se han liberado vuelven a la nariz y podemos apreciarlos en su plenitud.

Así, el olfato nos permitirá reconocer los diferentes aromas de un vino. Los primarios, que son los naturales e intrínsecos a la uva, los secundarios, que son los que derivan de las diferentes fermentaciones, y los terciarios, que son aquellos que hacen referencia a la edad y al envejecimiento del vino.

Esto no puede entenderse sin reparar en el papel que juega el gusto. Nuestras papilas gustativas son las encargadas de reconocer los cuatro sabores que ofrece un vino, sea cual sea:

  • Salado, el cual aparece normalmente en la parte centro/lateral de la lengua.
  • Amargo, que suele surgir en las zonas más próximas a la garganta.
  • Ácido, muy habitual y característico y que está ligado a la procedencia de la uva y a su proceso de fermentación. Lo notamos en los laterales.
  • Dulce, que se aprecia habitualmente en la punta de la lengua.

Cada uno de estos cuatro sabores está presente siempre y en toda clase de vino, en mayor o menor medida.

Tacto, vista y oído también tienen su papel

El tacto es el sentido clave para detectar la temperatura del vino. Con las manos y con los dedos es con lo que tocas el cristal de la copa o la botella. Pero aunque no sea tan obvio, el tacto es importante para percibir la sensación que deja el vino con su paso en boca por la lengua y por el paladar. Así vemos si es áspero, sedoso…

El oído puede considerarse el que menor relación puede tener con el vino. Pero no por ello es menos importante que el resto. Por una parte, las explicaciones de enólogos, sumilleres y otros expertos entrarán y se asentarán a través de él. Así que su papel para asociar cada caldo con una historia es esencial. Además, el sonido cuando cae en la copa… ¿no es sugerente y pone alerta el resto de sentidos?

Por último, la vista también tiene su rol. Lo primero que haremos en una cata, después de poner alerta el oído, será visualizar. El lugar o espacio donde lo pruebas y la luz del mismo son importantes, pero la vista también nos dará información sobre el vino: sus colores y aspecto dan idea sobre la variedad de la uva, la graduación alcohólica, la elaboración en según qué barrica o la edad.

Otros sentidos que se estimulan con nuestros vinos

Para nosotros, un vino de calidad ha de estimular también otros sentidos. Sin ir más lejos, hablamos de sensaciones que experimentamos en determinados momentos mientras degustamos una copa en un contexto concreto. Por ejemplo, nos referimos a:

  • El equilibrio. No hablamos del propio equilibrio del vino, que lo vemos a través del resto de sentidos. Sino que , al fin y al cabo, lo que se busca al probar un vino es percibir el equilibrio entre la sensación física y emocional que genera cada sorbo.
  • El bienestar. Es la placentera sensación que aparece inmediatamente después de los diferentes momentos que se viven y se sienten a través de los distintos sentidos físicos.
  • El pensamiento. Analizar y procesar cada input o estímulo que se va experimentando mientras se observa, se huele y se percibe el vino.

Las distintas formas de conocer y disfrutar en Ostatu

Como puedes comprender tras leer estas líneas, el vino es mucho más que una bebida y estimula muchos de nuestros sentidos. Así, además, es como sus amantes lo concebimos. Una visión y una forma de entenderlo que se lleva transmitiendo de generación en generación.

Bodegas Ostatu somos una clara muestra de ello, una familia dedicada desde hace siglos a la vitivinicultura, aunque el inicio comercial data de los años 70. Tenemos viñedos en un enclave privilegiado como es Rioja Alavesa, con la climatología idónea y el equipo humano perfecto para elaborar distintas clases de vinos que puedes conocer a través de diferentes vías:

Cualquiera de estas experiencias que puedes vivir en Bodegas Ostatu está pensada para ofrecerte un viaje multisensorial. Un recorrido que se detiene en cada uno de los sentidos. Además, llegados a este punto, ya eres plenamente conocedor de cómo se comporta el vino en relación a todos ellos.

Y no solo eso, sino que además de poner a prueba vista, olfato, gusto, tacto y oído y de notar otras increíbles sensaciones, tu vivencia irá mucho más allá. Con estas experiencias que te brindamos a través de nuestros vinos y en nuestra bodega y viñedos podrás conocer con quién tú quieras todo lo que nos rodea y lo que va conformando la historia de Ostatu.