En esta serie de entrevistas a trabajadores de Ostatu que llevamos realizando, no hemos querido dejar escapar la ocasión de entrevistar a Pedro Navaridas, también conocido como «Periko». Es el proveedor de uva más antiguo de Ostatu, y una de las personas que más sabe sobre el cuidado del campo y la vid. Durante más de 32 años Periko ha trabajado estrechamente con Ostatu para cumplir con sus estándares de calidad. Y vaya si lo ha conseguido.

A modo de introducción para las personas que nos leen… ¿Quién es Pedro Navaridas?

Soy un viticultor nacido en Samaniego hace 62 años, casado, con dos hijos y dos nietos.

Rompamos el hielo. Algo de ti que poca gente conozca y nos quieras contar.

Soy conocido por ser una persona muy abierta, dicharachera, bastante parlanchina y, sobre todo, transparente. Se me nota lo bueno, lo malo y lo regular. Así que creo que de mí, quien me conoce, lo sabe prácticamente todo. 

¿Qué relación tienes con el mundo vitivinícola?

Es mi trabajo, mi modo de vida desde hace 35 años. Es cierto que, aunque soy de Samaniego de toda la vida y mi familia siempre ha estado involucrada en el cuidado del viñedo, mi primer oficio fue la construcción. Por lo tanto, ayudaba en mis ratos libres a mi padre y mis tíos en el campo desde niño, pero al fallecer mi suegro fue cuando definitivamente me hice cargo de la hacienda y ser viticultor pasó a ser mi único oficio.

¿En qué consiste tu trabajo?

Este trabajo exige estar encima del viñedo. Exige constancia, buen hacer y mucho mimo. Desde la poda hasta el momento de la vendimia, la viña siempre necesita de algo de ayuda para poder conseguir la mejor uva. A veces está en nuestra mano mediante todas las tareas que realizamos y, otras, nos toca mirar al cielo a ver qué nos regala o nos quita.

¿Cuál es el secreto para conseguir una uva de la mayor calidad?

Trabajar, trabajar y trabajar. Empezando desde la poda, siguiendo con las demás labores, hasta la vendimia. El campo no descansa más que en los meses de invierno. Una vez pasa la poda, tenemos que estar encima del viñedo para controlar todo. Además, creo que el mayor conocimiento de la vid, a través de estudios muy concretos, nos ha ayudado a aplicar cada vez tratamientos más específicos y menos agresivos que nos ayudan tanto a cuidar nuestro entorno como la calidad de la uva que obtenemos.

Lo que más te gusta de tu trabajo…

Aquí voy a ser muy sincero. Soy una persona muy nerviosa y mi hacienda, la llevo solo. Por lo que más disfruto, es la poda. Es un trabajo continuo, de muchos meses, donde se te permite estar relajado.

Y lo que menos…

Por el mismo motivo que me gusta la poda, lo que peor llevo es el estrés de los meses de verano. La vid empieza su desarrollo y es imparable. Por lo que se juntan todas las labores a la vez, tú solo no das abasto y dependes de mano de obra ajena. La espergura, el desniete, el deshoje, más o menos se sobrellevan, pero el aclareo de uva, verlas en el suelo… todavía me duele, aunque sepa y sea consciente de que es lo mejor para uva de mayor calidad. 

¿Cómo empezaste a trabajar con Ostatu?

Como ya he comentado, me quedé con la hacienda de mi suegro. Por lo que cuidaba mis viñas y elaboraba mi propio vino en la bodega familiar. Este vino lo vendía a Bodegas Ostatu. A partir de 1999 dimos un cambio. La bodega ya empezaba a evolucionar, a cuidar el detalle en la elaboración de sus vinos, por lo que, en vez de elaborar yo el vino, empecé a venderles la uva. Así hasta el día de hoy. 

¿Qué es lo que Ostatu valora de ti?

Creo que esa pregunta no la debería responder yo, pero diré que mi buen hacer en el viñedo. Creo que soy trabajador y constante, y eso es algo que una bodega como Ostatu valora. 

Número de años trabajando con Ostatu

Casi nada, unos 32 años.

¿Cómo es trabajar con Ostatu?

Desde hace ya varios años empezamos a trabajar en viticultura integrada, algunos en ecológico, por lo que no vale con hacer cualquier cosa. Tenemos que seguir unas pautas dictadas por unos técnicos y por la propia bodega para conseguir la mejor calidad de uva que es, al fin y al cabo, lo que buscan de nosotros. Es decir, a nivel técnico y de trabajo en el viñedo, no hay una distinción entre lo que aportamos los proveedores y el viñedo de Ostatu. Todos trabajamos bajo las mismas directrices. 

¿Por qué te gusta trabajar con Ostatu?

Hay muchas razones, ¡llevo 32 años! Pero sobre todo porque es una bodega seria y le gusta hacer las cosas bien. 

 ¿A qué dedicas tu tiempo libre? ¿Cuáles son tus aficiones?

Tiempo libre poco tengo, por lo menos en los meses de mayo a julio. Pero sí, me gusta estar con mis nietos, salir por el campo a pasear con el perro y coger setas, aunque pocas veces me las como. 

También disfruto, y mucho, de salir a potear con mis amigos, las cenas o comidas en los txokos. 

Tu rincón favorito de toda Rioja Alavesa.

 No tengo dudas: el balcón de La Rioja en el puerto de Herrera, que pertenece a Samaniego. Desde allí puedes ver todo el valle y es una maravilla. 

¿Cómo ves el futuro del sector?

No me gustaría dar esta respuesta, pero lo veo un poco negro. Me preocupa que, aunque las nuevas generaciones están formadas, no veo que ese relevo generacional esté cuajando. Veo que pocos jóvenes quieren seguir este camino, por lo menos en mi entorno.  

De entre todos los vinos de Ostatu, ¿con cuál te quedas? ¿Por qué?

Disfruto mucho del vino de año, del Ostatu Tinto, el de siempre. Pero el que más me gusta es Laderas de Ostatu, o “El Portillo” como lo conocemos en casa. Creo que es un vino completamente distinto, que sorprende siempre. Y sobre todo, por la combinación de fruta y especiados y su gran persistencia en boca.