Para entender lo que hoy es Bodegas Ostatu, es necesario, y en ocasiones importante, recordar cuáles fueron nuestros orígenes para también entender cuál es nuestro presente y así poder pensar en el futuro.
Como cualquier historia, es interesante remontarnos a los orígenes para comprender el contexto y nuestra trayectoria. Y es que la relación y vinculación de la familia Saenz de Samaniego con el viñedo se remonta al siglo XVI, época en la que nuestros antepasados utilizaban una bodega ubicada en el barrio de Matarredo (Samaniego, Rioja Alavesa) con calados subterráneos excavados en la roca.
La primera piedra de este gran proyecto la pusieron los bisabuelos, padres de la abuela Valeria, que, con su trabajo y esfuerzo, convirtieron la casa en epicentro social del municipio de Samaniego al convertirla en una “venta” siempre ligada a la comercialización de vino. Sin embargo, la guerra afectó a la familia y la casa se vendió. Tiempo después el tejado se hundió y pusieron un letrero que decía “se vende”, lo que provocó el interés de Doroteo por recuperar un legado tan importante como la casa de su familia materna.
Así, con la propiedad de la casa, Doroteo optó por reformarla y ampliarla para, en el año 1986, junto con su mujer Mª Asunción, dar el salto y pasar a elaborar y comercializar sus vinos en lo que hoy se conoce como Bodegas Ostatu.
Quizás no te habías parado a pensar que en Rioja Alavesa existe una larga trayectoria de bodegas familiares cuyo nombre se desprende de los apellidos de los fundadores, los que en muchas ocasiones son apellidos compuestos.
En este punto, Ostatu ha marcado la diferencia utilizando una sola palabra que nada tiene que ver con los apellidos de la familia. ¿Por qué? Porque la bodega tuvo un pasado como venta-posada, en euskera Ostatu, en el camino entre Laguardia y Vitoria. Se trata de un nombre corto, fácil de recordar y que además nos identifica, ya que nos hemos empapado de ese carácter hospitalario donde todo el mundo es bienvenido.
El sentido común, nuestro compromiso con el pueblo y la región, o ese delicado equilibrio entre la tradición y la evolución, son clave en la identidad de este proyecto.
“La tierra es para el que la trabaja”
Ésta es la firme convicción de Doroteo Saenz de Samaniego, que tras una larga trayectoria dedicada a la bodega, deja en manos de tres de sus seis hijos lo que hoy por hoy es Ostatu.
Mariasun (directora de la bodega), Gonzalo (enólogo) e Iñigo (enólogo) somos, desde el año 2000, los responsables de Ostatu, persiguiendo la mejora continua y buscando el mismo equilibrio y sensatez de la generación anterior. Nuestra forma de trabajar viene determinada por la unión de un crecimiento constante, el sentido común y un profundo respeto por las prácticas tradicionales.
Dentro de esta filosofía hemos apostado por la calidad de nuestros vinos sacando al mercado vinos singulares – como Gloria o Laderas – y ampliando la gama de vinos jóvenes y envejecidos, denominados sensatos.
Vinos con estilo, que no sólo se elaboran en la bodega, sino que empiezan a gestarse en el propio viñedo, fruto de la influencia del microclima de Rioja Alavesa y de las características de los suelos en los que se asientan nuestros viñedos, nuestro “terroir”.
A ello debemos sumarle una apuesta continua por la innovación en nuestra viticultura y elaboración, aplicando novedosas prácticas en el viñedo (deshojado, vendimia en verde…) y en gestión medioambiental, con la obtención en 2012 del certificado de emisiones neutrales.
En Ostatu tenemos una forma de entender el vino y la vida centrada en la búsqueda de la excelencia a través del equilibrio entre el ayer y el hoy, sin estar pendientes de modas. Esta filosofía no sólo se puede comprobar en nuestro estilo de trabajo o en nuestra bodega, sino que está presente en cada uno de nuestros vinos.